Alicia, Janet, Juan, Romina y Yanina son apoderados aliviados. Desde mediados de 2016 cuentan con un apoyo que ha cambiado sus vidas. Ellos son algunos de los 20 usuarios del programa 4 a 7 impulsado por Sernameg.
Todos dejan al cuidado de especialistas en educación el cuidado de sus hijos después de las horas de clases en el Colegio San Constantino. «Le pongo un 100 al programa. Estoy muy agradecida y mi hija está feliz«, cuenta Yanina, mamá de Rocío. Romina tiene a dos hijos inscritos en el plan. «Los dos estaban en la extensión horaria, pero llegaba apurada a buscarlos, a veces pasado la hora. Antes mis hijos deambulaban esas horas por el colegio, no hacían nada», explica esta mamá.
Desde mediados del 2016 se comenzó a implementar por primera vez este programa en la comuna de La Reina. Entonces fueron 60 familias las beneficiadas, en 2017 el cupo se redujo a 25 niños. En esas horas las tías ayudan a los niños a hacer tareas, les hacen actividades, y entregan materiales a chicos entre 5 y 12 años. «Vivía un infierno todos los días. Antes del programa le preguntaba a la Antonia si le había pasado algo grave. Ahora ya no lo hago, a ella le fascina, me pide que no la vaya a buscar temprano. Por fin trabajo tranquila porque sé que mi hija está bien cuidada«, relata Janet. Ella es asesora del hogar, como la gran mayoría de quienes acceden a este plan.
Alicia es peruana, reside hace 12 años en Chile. «Me cambió mucho la vida, el programa ha sido excelente, satisfactorio. Estoy feliz y agradecida. Nos ha ayudado mucho», cuenta. Juan es el único hombre del grupo. Se separó y tiene la tutela de sus hijos. «En las tardes no tengo apoyo, mi madre está enferma, tenía que ir a buscar rápido a Esteban y lo dejaba en mi trabajo hasta terminar», explica. El 4 a 7 le dio un giro a su vida. «Significó muchos cambios, Esteban está bien cuidado y protegido. Le gusta estar con las tías. Ellas me apoyan, incluso ha mejorado las notas«, acota esperanzado.
Por todas esas razones es que la lista de apoderados que espera ansioso ser seleccionado con este beneficio es cada vez más amplia. No solo en el San Constantino. En enero se sabrá si el programa continua y si se amplían o reducen los cupos, todo dependerá del presupuesto que le asigne el Ministerio. «Ha sido reconfortante y muy demandante. Hay muchas familias a las que les gustaría participar. Nos piden permanentemente que se aumenten los cupos. Eso es lo que más nos apremia», cuenta Camila Fuenzalida, coordinadora en el establecimiento del 4 a 7.
Camila comenta que entre los apoderados del programa se han dado apoyo: «Han tejido una red entre ellos. Han generado un sentido de pertenencia con el programa. No lo quieren perder por nada del mundo». A fin de año incluso harán un bingo y seguirán tendiendo la mano a aquellos padres más complicados con enfermedades propias o de sus hijos. Esta es una familia que quiere mantenerse firme.